lunes, 22 de mayo de 2017

Doramas: Una ventana a Japón.



Japón está más de moda que nunca y no es solo por su comida o su tecnología: en los últimos años el público occidental ha girado la cabeza hacia oriente para fijarse en todo lo que puede ofrecer y es evidente que el cine y la televisión son uno de los puntos más atractivos a la hora de introducirse lleno en la cultura y las costumbres de este país que tanto nos llama. Y, sin embargo, resulta que todavía existe cierto reparo por sumergirse en la ficción de las series niponas. ¿Cómo es posible?

Ojo, que no hablo solo de aficionados en general. Las distribuidoras europeas tampoco parecía que tuvieran claro lo de subirse al carro, pero da la impresión de que la tendencia está empezando a cambiar desde hace unos añitos. Solo hay que ver el esfuerzo que están haciendo plataformas como Crunchyroll (con una amplia oferta de títulos como Liar Game, HERO o Anohana) o Netflix (que ya empieza a tener incluso algunos de producción propia como Atelier o Hibana -Spark-) para comprobar que su apuesta no es en balde, las series japonesas son interesantes y también una alternativa perfecta a los títulos americanos habituales que tan acostumbrados estamos a ver. Quizá la raíz de ese escepticismo se encuentre en esa presunción de que todos los doramas —como se suele conocer a esta clase de programas— son culebrones de tres al cuarto con actores mediocres o adaptaciones de mangas que, por otro lado, tampoco suscitaban ningún interés en su origen.

Pues bien, es hora de desmentir tópicos y de aclarar las cosas, porque si de algo puede jactarse la televisión nipona es de ser una puerta de entrada perfecta para todos los que sientan curiosidad por la cultura de este país. El costumbrismo japonés se remonta hasta los primeros días del cine en el archipiélago y a día de hoy son ya unos maestros del género, así que empezando por aquí contamos ya con una visión directa de la sociedad japonesa en la que a menudo se entremezcla la comedia pero también el drama y la crítica social, sacando a relucir luces y sombras que nos hacen reflexionar sobre cómo dos pueblos tan diferentes como los nuestros pueden ser tan parecidos a la hora de afrontar las alegrías y las penas que da la vida. A este respecto habría que resaltar la proliferación de títulos de cocina, donde el asunto gastronómico no es sino el eje motor de diversas historias en las que vemos los problemas del Japón moderno. Midnight Diner: Tokyo Stories, por ejemplo, es una de las más nuevas que encaja bien con este planteamiento, narrando las mundanas tribulaciones de aquellos que pasan por el peculiar izakaya que solo abre pasada la medianoche en Tokio.

Pero no nos ciñamos solo a este acercamiento. Habiendo crecido tantísimo el mercado literario en las últimas décadas, cabe destacar que las adaptaciones de novelas son también una opción interesante teniendo en cuenta que muchos de esos libros no llegan a nuestro país y que en general respetan muy bien la esencia de los originales, así que no se pueden dejar de lado en absoluto. Las historias de misterio parecen haberse beneficiado especialmente de esta tendencia, quizá por la larga tradición que ha habido siempre en el género. No hay más que ver algunas de las series más nuevas como Subete ga F ni Naru (basada en la obra de MORI Hiroshi) u Okitegami Kōko no Bibōroku (basada en la de NisiOisiN) para descubrir que a la genialidad del guion se le añade una nueva dimensión a través de las posibilidades que ofrece el medio televisivo, con añadidos visuales que refuerzan más aún el impacto de la narrativa y caracterizaciones que nos meten de lleno en el universo creado por los autores originales. Otras, como los casos del famoso profesor Galileo de Keigo Higashino, han tenido tanto éxito que han dado el salto al cine para cerrar cada una de las temporadas, o desarrollando un caso nuevo, en claro indicio de la aceptación que han tenido durante su emisión.


En general, cualquier enfoque es bueno para comprender un poco mejor la cultura japonesa, pues todos los programas aportan ese pequeño vistazo que expande y mejora nuestros conocimientos sobre ella. Además, las historias de los doramas nos transportan a lugares de todo tipo: desde la bulliciosa Shibuya hasta el rincón más recóndito de la nevada Hokkaido, con asiento preferente para descubrir las costumbres e idiosincrasias de sus habitantes. Por supuesto sobra decir que son un método estupendo para aprender el idioma. Recuerdo con cariño la entrañable Nihonjin no Shiranai Nihongo en la que, además del manido patrón de "profesor se enfrenta a clase complicada", se desvelaban diversas curiosidades sobre la lengua nipona que (tal como reza el propio título de la serie) desconocen incluso los propios japoneses. Las comedias siempre son una fuente inagotable de vocabulario, ¡pero esta lo fue por partida doble! Lo cierto es que para lo especiales que son con ciertos tipos de humor como el manzai, se disfruta mucho del tono ligero, bufonesco y a veces algo absurdo de las comedias japonesas y desde luego son una apuesta segura para meterse de lleno en el mundillo.

Poco más que añadir. Evidentemente, todo lo expuesto es aplicable también al cine, pero  parece que el público ya está más dispuesto a aceptar este formato. Cosa rara teniendo en cuenta que muchos actores saltan de este al otro con inusitada frecuencia, así que quieres se escudan en la excusa de que les gusta más la profesionalidad de las interpretaciones en la gran pantalla ya pueden dejar de remolonear y lanzarse a la piscina de sensaciones que ofrece la pequeña. Sirva lo arriba expuesto como muestra de todo lo que puede ofrecer la televisión nipona: ahora se trata de aprender y disfrutar con la cultura asiática y no hay duda de que las series son un gran punto de partida para sumergirse de lleno en ella. ¡Adelante!.


Firma Invitada: David Heredia

3 comentarios:

  1. Aquellos que no han visto series japonesas no saben lo que se pierden, series como Galileo (que mencionas) u Orange Days o Change, deberían darles la oportunidad, merecen mucho la pena

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    1. Yo soy de ver de todo y de todas partes, y no entiendo como la gente solo se queda con un tipo, genero o nacionalidad, con lo grande que es disfrutar de todo y descubrir (incluso el placer de descubrirlo antes que nadie).

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    2. Yo soy de ver de todo y de todas partes, y no entiendo como la gente solo se queda con un tipo, genero o nacionalidad, con lo grande que es disfrutar de todo y descubrir (incluso el placer de descubrirlo antes que nadie).

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