No puedo negar que me gustan las historias de amor. Empezando por Jane Austen y las Brönte, creo que una buena historia que sepa analizar nuestras, siempre complicadas, relaciones personales merece la pena como ninguna otra.
Por eso, cuando me tropecé con los dramas coreanos me quedé ahí, enganchada… ¿cómo se podían contar tan bien los conflictos más profundos del corazón desde una cotidianeidad que no resultara vulgar?
Pero… ¿Estoy enamorada?
El amor es un sentimiento universal que se nutre de emociones que todo el mundo creemos conocer. Pero ¿qué aportan los kdramas al género? Igual que los grandes escritores y escritoras universales, los kdramas románticos plantean asuntos sobre la propia identidad y la identidad amorosa: ¿quién soy yo cuando me enamoro? ¿Dejo de ser yo por centrarme en otra persona? ¿Me tengo que convertir en alguien más para conseguir el amor? ¿Qué tengo que cambiar de mi misma cuando me enamoro? Todas estas preguntas son las que se hacen en uno u otro momento las protagonistas femeninas de Boys over Flowers (2009), My Name is Kim Sam Soon (2005) o Personal Taste (2010), entre muchas otras.
¿De quién me he enamorado?
El intentar obtener respuestas que sirvan para entender mejor el proceso de las relaciones amorosas y sus fases ha llevado al kdrama romántico a desarrollar un subgénero de lo más interesante: los juegos con la identidad.
Las posibilidades son casi infinitas y cada caso plantea un dilema dentro de este tópico dramático coreano que son los cambios de identidad. Un estupendo ejemplo de este caso es Secret Garden (2011), uno de los dramas más exitosos de la filmografía serial coreana, basado en un costoso acercamiento amoroso que se completa en el momento en que uno se sabe reconocer en el otro.
La crisis de identidad de Go Eun Chan en The 1st Shop of Coffee Prince (2012) la lleva por un camino (y a nosotras con ella) de búsqueda de sí misma, en el que el amor le ayudará a madurar.
De manera similar, la protagonista de Heart to Heart (2015), Cha Hong Do, necesita adoptar una identidad diferente a la suya. Salir de esta enfermedad reconstruirá su vida y sus relaciones.
Y también en protagonistas masculinos: una parte fundamental de la forja del héroe, como es Moo Hyul en The Land of the Wind (2009), es desconocer por completo su identidad.
Y en dos de mis dramas favoritos, los dos de la guionista Noh Hee Kyung, se juega de diferente forma con la identidad: en That Winter, The Wind Blows (2013) el protagonista Oh Soo necesita hacerse pasar por otra persona para sobrevivir, en It’s OK, That’s Love (2014) nada es lo que parece y todo lo que se muestra es mentira.
Saranghae!
Todos estos juegos con la identidad de los protagonistas se desarrollan en un mundo cercano y lejano a la vez: sus costumbres, su historia, sus tradiciones, por no hablar de su comida, modas, casas, maquillajes, ciudades, etc., me resultan tan extrañas como al mismo tiempo me reconozco en sus bromas, en su expresión amorosa, en sus relaciones familiares o en el continuo uso del teléfono móvil en sus vidas. Saber mostrar los sentimientos más sublimados mientras comen ramen con palillos me sigue sorprendiendo después de 3 años de ver dramas coreanos.
Las historias coreanas de amor, las familiares, las profesionales o las de amistad también revisan algunos de nuestros miedos más profundos: la cobardía, las dudas, las contradicciones. El amor es el que, finalmente, nos salva: esa conexión especial entre dos personas que te hace saber que no estás sola en el mundo.
Firma Invitada: 2015_seul_
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