Una de las series más populares del 2011 en Corea del Sur fue "City Hunter", protagonizada por Lee Min-ho (Boys over flowers, The Heirs). Basada en el famosísimo manga de Tsukasa Hojo, del que toma algunos rasgos del personaje protagonista y poco más, es una buena serie de suspense, romance y venganza con mucha acción, que gana puntos según se desarrolla la enrevesada trama, y que seguramente sin pretenderlo muestra un panorama desolador de la corrupción de los hombres más poderosos del país.
La serie toma un hecho real como punto de inicio: en 1983, el presidente de Corea del Sur sufrió un atentado mediante una bomba en un viaje a Birmania, que no acabó con su vida pero si con la de parte de su equipo. El gobierno acusó a los norcoreanos y, aquí es donde empieza la ficción, envía a un grupo de soldados de élite a Corea del Norte para matar a un grupo de oficiales. Cuando lo consiguen, los responsables surcoreanos se echan atrás, temerosos de las represalias de sus aliados, y deciden matar a sus propios soldados y limpiarse las manos.
Entre los soldados queda un superviviente, Lee Jin Pyo, que consigue regresar a Seul. Secuestra entonces al hijo recien nacido de uno de los soldados fallecidos, y se lo lleva para criarlo en clandestinidad como su propio hijo, y hacer de él el arma perfecta para llevar a cabo su venganza de aquellos que decidieron matar a sus compañeros.
Y así crece Lee Yoon Sung, que con la misión de su “padre” por bandera se convierte en el “City Hunter”, que comienza a atemorizar a los responsables, ahora convertidos en poderosos políticos y empresarios, sacando a la luz sus trapos sucios.
La historia comienza cási como si fuera “Silmido”, con los soldados siendo traicionados, y el superviviente llevando a cabo su plan, y necesita de algunos episodios para llegar al punto en que estén todas las cartas sobre la mesa y veamos el plan concebido por Lee Jin-pyo para vengarse de los traidores, y como el City Hunter comienza a actuar. Quizás requiera de un poco de paciencia por parte del espectador, aunque son episodios llenos de acción y drama, pero a partir de entonces la serie no hace más que agrandar sus tramas, con una red de relaciones entre los cuatro personajes clave: el superviviente Lee Jin-pyo, capo de la droga que se hace pasar por hombre de negocios en Corea; Lee Yoon-sung, un chulesco informático de la casa azul que por las noches se convierte en el City Hunter, y expone a los corruptos de manera pública; el fiscal que comienza a perseguir al City Hunter, Kim Yeong-joo; y Kim Na-na, una guardaespaldas del presidente al que uno de los amigos de Lee Yoon-sung le pide que vigile y cuide.
Entre ellos se crean una especie de paralelismos que les acercan, aún cuando no pueden ser cercanos por sus motivaciones. Las interrelaciones personales de los personajes estan muy bien integradas en la historia, aprovechando constantemente los giros de guión para dar vueltas de tuerca a los vínculos entre unos y otros: así Yoon-sung siente cercanía a Na-na por tratarse de dos almas huerfanas, y la preocupación se convierte poco a poco en cariño; o el fiscal, que tiene que perseguir al City Hunter, empieza a dudar de si en realidad es un daño para la sociedad, o si en realidad le esta haciendo un favor por superar límites que él como legislador no puede traspasar. Ambos además son personajes con una relación con sus respectivos padres de lo más tormentosa.
Las tramas familiares de la serie son brutales, y aunque a veces las circunstancias sean lo que los coreanos llaman “makjang”, esos giros forzados de guión del tipo “Luke, soy tu padre” para entendernos, es muy interesante el desarrollo de la relación del City Hunter con su padre (uno de los mejores personajes de la serie, si no el mejor), y como va cambiando según van descubriendo uno su propia historia, y el otro que su hijo no va a hacer lo que el pretendía. El papel del reparto en este sentido es excelente, con un casting muy acertado en general, tanto en los papeles protagonistas, con Lee Min-ho y Park Min-young (Remenber, Healer) mostrando una gran química, como en los secundarios recurrentes, como Lee Seung-hyeong (Hwajung, Mask) o Kim Sang-ho (Ten, Doctor Stranger).
Aunque si hay alguien que sobresalga en la serie es Kim Sang-joong (The Chaser, Bad Guys), que derrocha carisma como Lee Jin-pyo, el personajes es muy bueno, pero él sin duda le da punto de fuerza con su interpretación muy personal.
Probablemente sea algo que hayan conseguido de manera inconsciente, aunque también se trate de algo muy habitual en el audiovisual coreano, pero el panorama de corrupción a todos los niveles gubernamental que se muestra es tremendo. A nivel político salpíca hasta al mismísimo presidente de la nación, pero pasan por manos del City Hunter poderosos empresarios, políticos, jueces, fiscales... nadie se salva de la corrupción, el chantaje, el cohecho, la prevaricación, o el asesinato. Es como digo algo habitual en las series y películas coreanas la autocrítica en ese sentido, pero aqui llega a niveles muy graves, por otro lado con un tono no demasiado sangrante.
Quizás la parte final esté demasiado alargada, y en vez de esos 20 episodios se hubiera podido resolver mucho mejor en 18, pero en general se trata de una muy buena serie, que engancha poco a poco, con mucha acción y que visualmente no tiene nada que envidiar a una buena producción de cine.
Poco tiene que ver con el manga del que toma el nombre, aparte de algunos rasgos de la personalidad del protagonista, o el hecho de que "limpie" la ciudad de la corrupción, pero creo que es una serie que vale la pena.
La serie toma un hecho real como punto de inicio: en 1983, el presidente de Corea del Sur sufrió un atentado mediante una bomba en un viaje a Birmania, que no acabó con su vida pero si con la de parte de su equipo. El gobierno acusó a los norcoreanos y, aquí es donde empieza la ficción, envía a un grupo de soldados de élite a Corea del Norte para matar a un grupo de oficiales. Cuando lo consiguen, los responsables surcoreanos se echan atrás, temerosos de las represalias de sus aliados, y deciden matar a sus propios soldados y limpiarse las manos.
Entre los soldados queda un superviviente, Lee Jin Pyo, que consigue regresar a Seul. Secuestra entonces al hijo recien nacido de uno de los soldados fallecidos, y se lo lleva para criarlo en clandestinidad como su propio hijo, y hacer de él el arma perfecta para llevar a cabo su venganza de aquellos que decidieron matar a sus compañeros.
Y así crece Lee Yoon Sung, que con la misión de su “padre” por bandera se convierte en el “City Hunter”, que comienza a atemorizar a los responsables, ahora convertidos en poderosos políticos y empresarios, sacando a la luz sus trapos sucios.
La historia comienza cási como si fuera “Silmido”, con los soldados siendo traicionados, y el superviviente llevando a cabo su plan, y necesita de algunos episodios para llegar al punto en que estén todas las cartas sobre la mesa y veamos el plan concebido por Lee Jin-pyo para vengarse de los traidores, y como el City Hunter comienza a actuar. Quizás requiera de un poco de paciencia por parte del espectador, aunque son episodios llenos de acción y drama, pero a partir de entonces la serie no hace más que agrandar sus tramas, con una red de relaciones entre los cuatro personajes clave: el superviviente Lee Jin-pyo, capo de la droga que se hace pasar por hombre de negocios en Corea; Lee Yoon-sung, un chulesco informático de la casa azul que por las noches se convierte en el City Hunter, y expone a los corruptos de manera pública; el fiscal que comienza a perseguir al City Hunter, Kim Yeong-joo; y Kim Na-na, una guardaespaldas del presidente al que uno de los amigos de Lee Yoon-sung le pide que vigile y cuide.
Entre ellos se crean una especie de paralelismos que les acercan, aún cuando no pueden ser cercanos por sus motivaciones. Las interrelaciones personales de los personajes estan muy bien integradas en la historia, aprovechando constantemente los giros de guión para dar vueltas de tuerca a los vínculos entre unos y otros: así Yoon-sung siente cercanía a Na-na por tratarse de dos almas huerfanas, y la preocupación se convierte poco a poco en cariño; o el fiscal, que tiene que perseguir al City Hunter, empieza a dudar de si en realidad es un daño para la sociedad, o si en realidad le esta haciendo un favor por superar límites que él como legislador no puede traspasar. Ambos además son personajes con una relación con sus respectivos padres de lo más tormentosa.
Las tramas familiares de la serie son brutales, y aunque a veces las circunstancias sean lo que los coreanos llaman “makjang”, esos giros forzados de guión del tipo “Luke, soy tu padre” para entendernos, es muy interesante el desarrollo de la relación del City Hunter con su padre (uno de los mejores personajes de la serie, si no el mejor), y como va cambiando según van descubriendo uno su propia historia, y el otro que su hijo no va a hacer lo que el pretendía. El papel del reparto en este sentido es excelente, con un casting muy acertado en general, tanto en los papeles protagonistas, con Lee Min-ho y Park Min-young (Remenber, Healer) mostrando una gran química, como en los secundarios recurrentes, como Lee Seung-hyeong (Hwajung, Mask) o Kim Sang-ho (Ten, Doctor Stranger).
Aunque si hay alguien que sobresalga en la serie es Kim Sang-joong (The Chaser, Bad Guys), que derrocha carisma como Lee Jin-pyo, el personajes es muy bueno, pero él sin duda le da punto de fuerza con su interpretación muy personal.
Probablemente sea algo que hayan conseguido de manera inconsciente, aunque también se trate de algo muy habitual en el audiovisual coreano, pero el panorama de corrupción a todos los niveles gubernamental que se muestra es tremendo. A nivel político salpíca hasta al mismísimo presidente de la nación, pero pasan por manos del City Hunter poderosos empresarios, políticos, jueces, fiscales... nadie se salva de la corrupción, el chantaje, el cohecho, la prevaricación, o el asesinato. Es como digo algo habitual en las series y películas coreanas la autocrítica en ese sentido, pero aqui llega a niveles muy graves, por otro lado con un tono no demasiado sangrante.
Quizás la parte final esté demasiado alargada, y en vez de esos 20 episodios se hubiera podido resolver mucho mejor en 18, pero en general se trata de una muy buena serie, que engancha poco a poco, con mucha acción y que visualmente no tiene nada que envidiar a una buena producción de cine.
Poco tiene que ver con el manga del que toma el nombre, aparte de algunos rasgos de la personalidad del protagonista, o el hecho de que "limpie" la ciudad de la corrupción, pero creo que es una serie que vale la pena.
Puntuación 8/10
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